sábado, 23 de abril de 2011

La singularidad del Aikido

Fragmento del libro El espíritu del Aikido de Kisshomaru Ueshiba (hijo de O Sensei)

En esencia, el aikido es un exponente moderno de las artes marciales japonesas (budo). Es ortodoxo en el hecho de que hereda la tradición marcial y espiritual del antiguo Japón, registrada por vez primera en las obras literarias e históricas del siglo VIII, el Kojiki (Recopilación de Hechos Antiguos) y el Nihongi (Crónica de Japón), pero esto no quiere decir que el aikido continúe ciegamente la tradición de las antiguas artes de combate conservando y manteniendo simplemente su forma original en el mundo moderno.



Las antiguas artes de lucha, originadas en el campo de batalla en períodos de conflictos civiles y formalizadas más tarde, durante el Período Tokugawa (1603-1868), como budo, la Vía de las artes marciales, son un legado histórico y cultural que requiere ser debidamente apreciado y valorado, aunque en su forma original estén ya fuera de lugar y no sean aceptables para la gente de la época moderna, que en el caso del Japón comienza con la Restauración Meiji (1868).


El Fundador del aikido, el Maestro Morihei Ueshiba, nació el 14 de diciembre de 1883, teniendo que vivir, por tanto, en el tiempo turbulento de la modernización del Japón, por lo que se dedicó a establecer un arte marcial que no resultara anacrónico y pudiera hacer frente a las necesidades de sus contemporáneos. Los factores que constituían el objeto de su interés principal eran los siguientes: un amor constante por las artes marciales tradicionales, el cuidado de no ser malinterpretado y un profundo deseo de revivir el aspecto espiritual del budo. Para alcanzar su objetivo inició una rigurosa búsqueda, alimentada por el entrenamiento constante en las artes marciales, de la verdad del budo a lo largo de las vicisitudes de la historia moderna japonesa.


Finalmente, el Maestro Ueshiba concluyó que el verdadero espíritu del budo no se encuentra en una atmósfera competitiva y combativa, donde la fuerza bruta domina el objetivo supremo es la victoria a cualquier precio, sino en la búsqueda de la perfección como ser humano, física y mentalmente, a través del entrenamiento constante y de la práctica de las artes marciales con espíritu afines. Para él ésta es la auténtica expresión del budo, la _pica cualidad que puede tener una raison d'étre. En el mundo moderno y que, cuando existe, va más allá de cualquier cultura o edad particular. Su finalidad, de naturaleza profundamente religiosa, se resume en un solo enunciado: la unificación del principio creativo fundamental, ki, que impregna el universo con el ki individual, que es inseparable del poder respiratorio de cada persona. Mediante el entrenamiento constante de la mente y del cuerpo, el ki individual se armoniza con el ki universal, y esta unidad se pone de manifiesto en el movimiento dinámico ondulante del poder del ki, que es libre y fluido, indestructible e invencible. De esta manera encarna el aikido la esencia de las artes marciales japonesas.


Gracias al genio del Maestro Ueshiba, el primer principio del budo, tal como él lo formuló -el entrenamiento constante de la mente y del cuerpo como disciplina básica rara los seres humanos que caminan por el sendero espiritual-, se transformó en un arte marcial contemporáneo, el aikido, que en la actualidad se encuentra al alcance de todas las clases sociales y es adoptado por numerosas personas en el mundo como la disciplina marcial más adecuado a nuestra época.


Pero el hecho de que el aikido sea un budo moderno no quiere decir que se trate simplemente de un arte marcial tradicional que ha adquirido rasgos contemporáneos que se encuentran en las otras formas «modernizadas» del budo, como el judo, el karate o el kendo. Estas, aunque han heredado los aspectos espirituales de las artes marciales y valoran el entrenamiento de la mente y del cuerpo, han acentuado su naturaleza atlética al hacer hincapié en la competición y en los campeonatos, estableciendo la prioridad en ganar y asegurándose así un puesto en el mundo de los deportes.


Por el contrario, el aikido se niega a convertirse en un deporte competitivo y rechaza todo tipo de certámenes o de concursos que incluyan las divisiones por pesos, las clasificaciones basadas en el número de victorias y la recompensa a los campeones, pues entendemos que estas cosas sólo alimentan el egoísmo o la egolatría y la falta de interés por los demás. La gente se deja seducir por la gran tentación que suponen los deportes combativos -todo el mundo quiere convertirse en vencedor-, pero no hay nada más perjudicial que esto para el budo, cuyo último propósito es liberarse del yo, conseguir el no-yo y consumar así lo auténticamente humano.


Con esto no pretendo criticar a las artes marciales que se han convertido en deportes modernos, pues históricamente esta dirección era inevitable para su supervivencia, especialmente en Japón inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando todas las artes marciales fueron prohibidas por las autoridades de la Ocupación Aliada. Incluso como deportes han atraído el interés de mucha gente, bien como participantes o como espectadores, lo cual es positivo, pues no se puede negar que, especialmente los jóvenes, se sientan atraídos a las artes marciales por los certámenes y campeonatos que deciden quién es el mejor en el campo. A pesar de esta tendencia, el aikido se niega a unirse a sus filas y permanece fiel a la intención original del budo: el entrenamiento y cultivo del espíritu.


Dentro del ámbito del aikido se han escuchado ocasionalmente voces que reclaman la celebración de campeonatos, con el argumento de que es necesario reunir una audiencia más amplia para sobrevivir en la época presente. De hecho, algunos practicantes de aikido han puesto en marcha escuelas independientes propugnando el «aikido competitivo». Este es un asunto serio, pues la transformación del aikido en una forma más de deporte moderno podría conducir a su inclusión en los encuentros nacionales de deportes y, en un futuro, quizás en los juegos olímpicos.


Ante esta forma de pensar, el aikido propone una línea de actuación clara y definida, y la razón es muy sencilla, puesto que busca mantener la integridad del budo y transmitir el espíritu de las artes marciales tradicionales permaneciendo fiel al primer principio del budo tal como fue enunciado por el Maestro Ueshiba: el constante entrenamiento de la mente y del cuerpo como disciplina fundamental para los seres humanos que caminan por el sendero espiritual.


En la tradición del budo, la adhesión estricta a los ideales del Fundador y el compromiso con la Vía tienen Prioridad sobre todas las demás consideraciones, y, aunque el público pueda considerarlo simplemente como otra forma más de arte combativo, la auténtica razón de la existencia del aikido en el mundo actual es la de su identificación con los ideales del Maestro Ueshiba.


El lugar singular que el aikido reclama y que le diferencia claramente, lo mismo del budo clásico que de sus réplicas modernas, no puede ser verdaderamente apreciado a causa de los estereotipos que la gente tiene sobre las artes de lucha. Este hecho, junto con sus principios y sus peculiares movimientos, pueden presentar algunos obstáculos a la popularización de este arte.

Fragmento tomado del libro: Ueshiba, Kisshomaru (1988) "La singularidad del Aikido" en El espíritu del Aikido, Editorial Eyras.


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Las opiniones expresadas en este blog son personales y no reflejan necesariamente la postura oficial de ninguna escuela de Aikido.

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