lunes, 11 de mayo de 2020

Meditación en movimiento ¡con espada en mano!

Lo crean o no, el iaido es un tipo de meditación plena (mindfulness) en movimiento. Permítanme explicar por qué.


Ciertamente el iaido es un arte marcial, no podemos negar eso. Su origen es estrictamente marcial. Se trata de un arte diseñado para enfrentar una situación de agresión desenvainando la espada, haciendo un corte rápido con ella y volviendo a envaniar. Su eficacia marcial consiste en hacerlo lo más preciso y rápido posible.
Pero en la actualidad ya nadie anda con espadas en la calle y no va a defenderse de esa manera. ¿Por qué seguirlo practicando? Ciertamente, hay un dejo de nostalgia en su práctica, un deseo de haber sido un gran samurái y durante nuestro entrenamiento es el único momento en que podemos utilizar una espada y sentirnos así.
Sin embargo, el iaido va más allá de esto. Es un camino para el desarrollo personal y espiritual.
Iaido (居合道) significa literalmente el camino ()para unirse ( armonizar) con el ser o con el estar (). En su sentido marcial, unificarse con el estar ahí implica la sincronía entre el atacante (teki) y el practicante. Para ser eficaz la técnica de iaido requiere una sincronía perfecta con el atacante. Una fracción de segundo tarde y estamos muertos, un centímetro más o menos y podemos perder la vida. La sincronía (unión) perfecta entre ataque y defensa es el significado primordial del iai. Pero, a su vez, el iai implica un estado de alerta a lo que sucede alrededor en todo momento. Es un armonizar con el ser, con el estar en todo momento. Aquí es donde empieza a cobrar sentido como forma de meditación.

La práctica del iaido –especialmente en la actualidad–, requiere de un entrenamiento basado en los detalles: la apertura de las piernas, la posición de la cadera, la altura de las manos, el centro de gravedad, todo eso tiene que ser exacto. Eso implica que el practicante esté totalmente atento a su cuerpo en todo momento. Tiene que aprender a sentir con su cuerpo (ya que no puede voltear a verse, tiene que estar mirando en todo momento a su oponente imaginario) en todo momento y estar atento al mismo. Incluso si lleva años practicando no deja de prestar atención a él.



El iaido requiere un estado meditativo de atención plena al cuerpo.
Pero eso no es todo. Como ya señalé, las técnicas (katas) de iaido son defensivas e implican el ataque hipotético de uno o más enemigos, lo que requiere un proceso de imaginación de la situación. Especialmente en técnicas de varios atacantes (en Araki Ryu practicamos una kata de ocho atacantes) el practicante debe estar atento a su entorno y, si bien los atacantes no están ahí realmente, su actitud física y mental deben mostrar claramente que está atento a lo que sucede a su alrededor. En Muso Shinden Ryu, por ejemplo, existe una kata donde ya se está guardando la espada y aparece un nuevo atacante al que hay que responder y debemos mostrar que no sólo es el resultado de la mecanización de movimientos, sino que realmente es una reacción ante un entorno sorpresivo. En Araki Ryu hay una kata en la que hay que dar pasos hacia atrás y nuestra actitud corporal debe demostrar que estamos evadiendo los cuerpos de dos oponentes tirados y, a su vez, atentos de que no vayan a levantarse.

El iaido requiere, entonces, de aprender a visualizar (otra técnica de meditación) y estar atento al entorno –también una forma de mindfulness.

Además de esto, el iaido requiere el desarrollo de profundos estados mentales que se manifiestan o expresan en los movimientos físicos pero que también son resultado de ellos; lo cual requiere, para desarrollarlos, un profundo proceso de autoconocimiento. Me explico. Como ya señalé antes, la kata de iaido requiere visualizar a ciertos oponentes y reaccionar ante ellos. Esta reacción debe manifestar estados internos que pueden variar en fracciones de segundo. Por ejemplo, al desenvainar la espada debemos mostrar la intención de no querer hacerlo, de estar listos para aceptar que la otra persona se rinda y cese el ataque. No sólo se trata, entonces, de desenvainar y ya, hay que mostrar, expresar físicamente un estado mental de atención, deseo de cese, calma ante el ataque, etc.

En iaido lo exámenes no se incrementan cuantitativamente con el tiempo, es decir, un practicante novato que presenta sus primeros exámenes (quinto o cuarto kyu) presentará cinco katas y uno ya muy avanzado (séptimo u octavo dan), también presenta sólo cinco katas. Porque lo que se califica no es que el practicante tenga más conocimientos, sepa más movimientos. No es algo como «el principiante debe saber cinco katas y el avanzado 100». Lo que el examen mide es la expresión –y, por lo tanto, el desarrollo– de esos estados internos.

Por ello, el camino del iai no sólo es físico, sino mental, espiritual: no busca tanto el desarrollo del cuerpo, sino de la mente, del espíritu marcial que no sólo es de ataque, como ya señalé, sino de serenidad ante el peligro (shisei), de deseo de no atacar así como de firmeza, seguridad y asertividad. Estados mentales que no sólo perduran durante nuestra práctica sino que, una vez adquiridos por el practicante, se van integrando poco a poco a su vida diaria, con lo que desarrollan personalidades serenas, seguras, asertivas.



El desarrollo de estos estados mentales no es idéntico para todos. Los practicantes llegan al dojo (lugar de entrenamiento) cargando consigo su propia personalidad, esto, como todos entendemos, es inevitable. En muchos casos, esa personalidad no coincide con lo que requiere el iaido y, por ello, el practicante necesita de un proceso de autoconocimiento. Cuando alguien inicia su práctica es muy fácil observar su personalidad. Los tímidos tienen movimientos pequeños, cerrados, poco llamativos y poco eficientes; no se ve la intensión de corte, los ojos no miran al enemigo imaginario, la mirada se ostenta introspectiva, su caminar no expone intención marcial. Por otra parte, el practicante agresivo tiene cortes muy fuertes, ineficientes por el exceso de fuerza (en iaido lo que corta es la buena técnica, no la fuerza), demuestra falta de control en sus movimientos y un modo de caminar que no es marcial porque es agresivo, violento, incluso altanero.

El practicante tiene que empezar a ser consciente de su personalidad, de sus propios estados mentales para irlos modificando poco a poco. Incluso si no quiere adoptar los nuevos estados mentales para su vida, debe aprender a estar atento a ellos y poder controlarlos.

El iaido requiere, entonces, conocernos a nosotros mismos y aprender a controlar y manifestar nuestros estados mentales, lo cual también es un tipo de mindfulness.

Iaido significa literalmente el camino para la unión del ser/estar. No sólo es un arte marcial, es también un camino espiritual para estar atentos a (unificar con) nuestro cuerpo, nuestro entorno, nuestros propios estados internos y controlarlos a los tres.

Acércate al iaido no para cortar cabezas o matar ninjas. Acércate a él como una forma de acercarte más a ti mismo.

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